A veces
es más fácil sonreír, que explicar el por qué estás mal. Que por un día tonto,
un mal momento me ha tocado sacar fuerzas de donde nunca las hubo. Porque
últimamente la gente lo que cumplen son años y no promesas. Es curioso que te
dejo, es jódete al revés, pero más curioso es que al final, el recuerdo de los
buenos momentos son los que terminan doliendo más. Es posible que el problema
no haya sido la distancia, sino la confianza. No pasa nada, sigamos fingiendo
que somos fuertes. He descubierto que los principios dan miedo, los finales son
tristes y que lo que importa es el camino. Pero que me gustas, vale, es verdad.
Que te quiero, no lo niego. ¿Pero arrastrarme? A ese nivel no llego. Ahora toca
ser feliz, aunque pueda fallar. Pensar que cierta tarde tonta nos podemos
cruzar. Oye que, gracias por todo, tú sí que sabes como hacerme daño.